El punto de inflexión para este crecimiento exponencial fue la adquisición de los activos de ExxonMobil en 2024. Sin embargo, el verdadero salto estratégico ocurrió dos décadas atrás, cuando Pluspetrol sorprendió al quedarse con la licitación del yacimiento de gas de Camisea en Perú. Este megareservorio, descubierto originalmente por Shell en los años 80 pero postergado por las dificultades geográficas y el conflicto armado interno con Sendero Luminoso, se transformó en el proyecto que cimentó el desarrollo y la expansión regional de la empresa.
En una puja internacional donde participaron gigantes como Total, Pluspetrol lideró un consorcio que presentó una oferta que combinaba una inversión de 5.400 millones de dólares (equivalente hoy a unos 9.000 millones) y el compromiso de pagar el 37% de regalías al Estado peruano. El éxito económico de esta apuesta se explica por la altísima productividad del yacimiento y por una política energética peruana en plena evolución.
Camisea es un caso emblemático de producción en condiciones extremas. Clasificado como “offshore inland”, el yacimiento se encuentra en medio de la selva y no está conectado por caminos terrestres. Todo el equipamiento se transporta por aire o río, y el gasoducto de 1.100 kilómetros que atraviesa la cordillera ostenta el récord mundial como el más alto del planeta. Este sistema abastece el 96% del gas que consume Perú, el 70% del gas envasado doméstico, el 40% de su electricidad, y genera exportaciones en GNL a través de la única planta de este tipo en Sudamérica continental.
El complejo de Camisea incluye, además, la planta de tratamiento de líquidos en Pisco, donde se procesan y venden propano, butano, naftas y diésel a precios desregulados, lo que permite una rentabilidad mucho más alta que el mercado interno de gas. A su vez, Pluspetrol evalúa construir una planta petroquímica para fertilizantes, aprovechando hasta un 20% de gas que hoy se reinyecta por falta de demanda local, y negocia con el gobierno peruano una baja en las regalías para avanzar en ese proyecto.
Esta fortaleza financiera permitió a Pluspetrol iniciar su expansión en Vaca Muerta, donde ya opera el área La Calera, una de las zonas más prometedoras del shale neuquino. Allí, además de la venta de gas y crudo, la empresa estima que podría generar unos 5.000 millones de dólares anuales adicionales por comercialización de líquidos como propano y butano.
Para sostener este crecimiento, Pluspetrol ha recurrido a una combinación de recursos: el flujo de ingresos de Camisea, el ingreso extraordinario por la venta de un proyecto de litio —que compró por 83 millones y vendió en 960 millones— y una exitosa colocación de Obligaciones Negociables por 700 millones de dólares, que podría ampliarse hasta los 1.000 millones. Aun así, la necesidad de capital llevó a la empresa a evaluar la venta de activos secundarios en Ecuador y Argentina.
El foco está puesto en tres pilares estratégicos: Camisea, La Calera y Bajo del Choique, siendo estos últimos dos ubicados en Vaca Muerta. Actualmente, el 53% de la producción y entre el 60% y 70% de las ganancias de Pluspetrol provienen de Perú, pero este escenario está en proceso de cambio debido al declino productivo de Camisea y el enorme potencial del shale argentino.
La Calera tuvo un desempeño sobresaliente en el primer cuatrimestre de 2025, con un crecimiento interanual del 267% en petróleo y del 95% en gas, lo que la ubicó como una de las áreas no convencionales más activas del país. Mientras tanto, Bajo del Choique duplicó su producción y apunta a alcanzar los 60.000 barriles por día en 2027, consolidándose como uno de los bloques más importantes de shale oil en Argentina.
Este crecimiento, sin embargo, depende del acceso a capital competitivo. El desarrollo de Vaca Muerta es intensivo en inversiones y requiere condiciones macroeconómicas favorables, como una baja del riesgo país, que permita financiar a tasas razonables. La competitividad futura frente a otras cuencas dependerá, en buena medida, del contexto financiero global y local.
Pluspetrol ya no es solo una empresa emergente con ambiciones. Con una operación madura en Perú y una presencia cada vez más relevante en Neuquén, avanza con paso firme hacia una nueva etapa: la consolidación como uno de los tres principales jugadores del mercado energético argentino. Su estrategia, basada en diversificación, alta eficiencia y visión a largo plazo, marca un nuevo rumbo en el mapa petrolero de América Latina.