La ceremonia se realizó en la ciudad de La Carlota, donde se dio inicio al ducto que, durante 18 años, estuvo diseñado para traer gas desde Bolivia. Ahora, con esta inversión de US$ 713 millones —de los cuales US$ 530 millones fueron financiados por el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF)—, el flujo de gas se invertirá para abastecer a provincias como Córdoba, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Salta y Jujuy.
La obra contribuirá con 5 millones de metros cúbicos diarios de gas, con la posibilidad de aumentar a 9 millones en una segunda fase. Este gas llegará a hogares, comercios y estaciones de servicio, impulsando también el desarrollo de la actividad litífera en la región. Durante el acto, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, destacó que esta inversión marcará un cambio significativo, ya que la Argentina ya no dependerá del gas importado y utilizará su propio recurso a un costo mucho más bajo.
El impacto de esta obra se siente no solo en términos económicos, sino también como un avance hacia la independencia energética del país. El ministro de Energía, Daniel González, indicó que la reversión del Gasoducto Norte podría ser una de las últimas grandes obras financiadas por el Estado Nacional, subrayando la necesidad de continuar con inversiones del sector privado en infraestructura.
El gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, resaltó la importancia de la continuidad en las obras iniciadas por administraciones anteriores, enfatizando que el desarrollo de la infraestructura es crucial para el crecimiento económico sostenible del país.
La inauguración de este gasoducto representa un hito significativo en la historia energética de Argentina, que busca no solo satisfacer su demanda interna, sino también posicionarse como un potencial exportador de energía hacia países como Brasil. Con un enfoque renovado hacia el desarrollo energético, el país da un paso firme hacia un futuro más autosuficiente.
El proceso de reversión del Gasoducto Norte no solo es una respuesta a la creciente demanda de gas en el norte argentino, sino que también representa un avance estratégico en la política energética del país. Durante años, Argentina ha enfrentado desafíos significativos para asegurar su suministro energético, incluyendo la dependencia de importaciones costosas y la fluctuación en la oferta de gas de países vecinos. Con esta nueva infraestructura, el Gobierno busca reducir esa dependencia y fomentar un uso más eficiente de los recursos internos, lo que a su vez podría estabilizar los precios de la energía y contribuir a la mejora de la balanza comercial.
Además de los beneficios económicos, esta obra tiene un impacto social significativo. La llegada del gas a regiones que históricamente han carecido de un suministro adecuado abre nuevas oportunidades para el desarrollo local. Desde la mejora en la calidad de vida de los habitantes hasta el fomento de nuevas actividades económicas, como la industria y el comercio, el gas de Vaca Muerta permitirá a muchas comunidades acceder a un recurso esencial que promueve el crecimiento y la competitividad. Esta transformación energética puede ser el impulso que muchas provincias del norte necesitan para atraer inversiones y mejorar su infraestructura.
Por último, la inauguración del Gasoducto Norte subraya la necesidad de una visión integral y a largo plazo para el sector energético en Argentina. Los actores involucrados, desde funcionarios del gobierno hasta empresarios del sector privado, coinciden en que se requieren más proyectos de esta naturaleza para aprovechar el potencial energético del país. Iniciativas como esta no solo facilitarán el abastecimiento interno, sino que también posicionarán a Argentina como un jugador importante en el mercado energético internacional. Con un enfoque claro en la sostenibilidad y la inversión en infraestructura, el país puede dar pasos firmes hacia una economía más robusta y diversificada.