El éxodo empresarial hacia Vaca Muerta suma a Halliburton (que deja Chubut)

La salida de Halliburton de la provincia de Chubut marca un nuevo episodio en la migración de empresas del sector petrolero hacia Vaca Muerta. La compañía de servicios ratificó su decisión tras un mes de conciliación obligatoria con el Sindicato de Petroleros Privados, sin lograr frenar el despido de 290 trabajadores. Este movimiento refleja la crisis que atraviesa la producción convencional de hidrocarburos en la Cuenca del Golfo San Jorge, afectada por el declino de sus yacimientos.

Halliburton, uno de los gigantes globales en servicios para la industria del petróleo y el gas, decidió concentrar sus operaciones en la formación no convencional de Vaca Muerta. Su salida de Chubut se suma a la de otras empresas que, en los últimos años, han optado por trasladarse a la cuenca neuquina, donde las condiciones geológicas y económicas resultan más atractivas para la inversión.

El éxodo de empresas no solo afecta a los trabajadores despedidos, sino que también pone en jaque la actividad petrolera convencional en Chubut. La provincia ha experimentado una disminución constante en la producción de crudo, lo que ha llevado a un encarecimiento de los costos operativos y a una menor rentabilidad en comparación con los desarrollos no convencionales.

A esta situación se suma la reciente decisión de YPF de abandonar parte de sus operaciones en Chubut. La compañía estatal negocia la transferencia de áreas maduras dentro del Plan Andes, con la meta de definir su futuro antes del 1 de julio. Incluso su principal yacimiento en la provincia, Manantiales Behr, quedará en manos de otro operador tras haber alcanzado niveles récord de producción en 2022.

La salida de Halliburton fue confirmada luego de la última audiencia de conciliación en Comodoro Rivadavia. Representantes sindicales aseguraron que la empresa cumplirá con el pago de las indemnizaciones correspondientes, aunque algunos trabajadores tendrían la opción de continuar en Neuquén bajo nuevas condiciones laborales.

Los despidos impactan a 150 trabajadores convencionales y 140 jerárquicos. Desde mediados de febrero, la compañía había cerrado su base de operaciones en la provincia y no retomó la actividad pese a los reclamos gremiales y el intento de frenar los ceses bajo el paraguas de la conciliación obligatoria.

El principal argumento de la compañía para su retirada es la pérdida de competitividad en la Cuenca del Golfo San Jorge. La extracción de petróleo en estos campos maduros implica costos de producción significativamente más altos que en Vaca Muerta, donde la eficiencia geológica permite obtener un barril a un precio mucho menor.

Según datos oficiales de enero de 2025, la producción petrolera argentina se compone en un 59% de shale oil y un 41% de recursos convencionales. Este último segmento enfrenta una tendencia decreciente, con una caída del 5% interanual en 2024, reflejo del declive estructural que afecta a las cuencas tradicionales.

Las inversiones también han seguido esta tendencia. De los 11.500 millones de dólares destinados al upstream el año pasado, el 75% se dirigió a desarrollos en Vaca Muerta. Las grandes operadoras nacionales e internacionales han intensificado su actividad en esta formación, logrando crecimientos anuales superiores al 20%.

El especialista Marcelo Hirschfeldt, director de OilProduction Consulting, sostiene que la Cuenca del Golfo San Jorge enfrenta un doble desafío: mejorar su eficiencia operativa y reducir costos en un contexto de competencia con los proyectos no convencionales. La creciente producción de agua y la reducción del volumen de crudo extraído complican aún más la ecuación económica.

Uno de los factores clave en la migración de empresas es el costo de producción. Mientras que en Vaca Muerta se puede producir un barril de crudo por entre 4 y 5 dólares, en Chubut el costo puede oscilar entre 25 y 50 dólares, lo que vuelve inviable la operación de muchas compañías en la región.

A pesar de esta crisis, la producción convencional aún tiene un rol relevante en el mercado. El crudo pesado extraído en Chubut es muy demandado por refinerías locales e internacionales, en contraste con el shale oil más liviano de Vaca Muerta. Esto representa una oportunidad para aquellas empresas que logren mejorar su competitividad.

Un caso emblemático de éxito en la producción convencional es Cerro Dragón, el yacimiento operado por Pan American Energy en Chubut. Este campo representa el 23% de las reservas de petróleo del país y se mantiene como el segundo más productivo de Argentina, solo por detrás de Loma Campana, operado por YPF y Chevron en Vaca Muerta.

El panorama para la actividad petrolera en Chubut es incierto. Mientras Vaca Muerta sigue atrayendo inversiones y consolidándose como el motor del sector, las cuencas tradicionales enfrentan el desafío de adaptarse o correr el riesgo de un declive irreversible. La salida de Halliburton es un síntoma más de esta transformación en la industria energética del país.

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