La empresa detalló que Bastos presentó su renuncia por “razones de estricta índole personal”, aunque su reemplazo inmediato por Lisandro Catalán, ex ministro del Interior del gobierno de Javier Milei, generó interrogantes dentro del sector energético y político. La decisión fue adoptada por el Directorio en su reunión del 18 de noviembre.
Catalán, de perfil político y proveniente del entorno de Guillermo Francos, ocupará el lugar dejado por Bastos como director titular por la Clase D, que corresponde a las acciones del Estado. Su mandato regirá hasta la elección de nuevos directores por la Asamblea de Accionistas, según informó YPF en su nota formal firmada por Margarita Chun, responsable de Relaciones con el Mercado.
La llegada de Catalán no pasó inadvertida. El dirigente tuvo un fugaz paso por el Ministerio del Interior hasta la renuncia de Francos como jefe de Gabinete. Su salida de la Casa Rosada fue abrupta, lo que potencia el impacto del anuncio dentro de la petrolera estatal. Apenas conocida la noticia, el gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo, felicitó públicamente al nuevo director, lo que reforzó la lectura política del movimiento.
En cambio, Bastos había sido un ingreso estratégico en los primeros meses del gobierno de Milei. Su nombre era asociado a Domingo Cavallo y a la tradición liberal de los años noventa, y su rol en YPF formaba parte del esquema diseñado por Eduardo Rodríguez Chirillo, entonces secretario de Energía.
El poder de Bastos, sin embargo, comenzó a erosionarse tras la salida de Chirillo del gabinete nacional. El ex funcionario —hoy integrante del propio directorio de YPF— mantuvo fuertes tensiones con el ministro de Economía, Luis Caputo, y esas disputas internas habían dejado al ex secretario de Energía en una posición frágil.
A eso se sumó el ascenso de Santiago Caputo, figura clave en el universo político libertario y con creciente influencia en el sector energético. Según fuentes del oficialismo, los reacomodamientos dentro del área habrían contribuido al desplazamiento silencioso de Bastos.
Otro elemento que generó polémica fueron las versiones sobre un presunto doble salario, cuestión que había obligado al entonces jefe de Gabinete, Guillermo Francos, a aclarar públicamente que había renunciado a los honorarios como director de YPF. Catalán, su yerno, no tendría incompatibilidades para percibirlos, del mismo modo que Bastos tampoco las tenía.
Con este movimiento, YPF reconfigura parte del espacio que ocupan los representantes del Estado en su directorio, un área estratégica en un año de fuerte crecimiento operativo, inversiones récord en Vaca Muerta y expansión de proyectos clave como el VMOS y el desarrollo del GNL.
La petrolera vive además un proceso de profesionalización y cambios internos bajo la conducción de Horacio Marín, que busca ordenar la estructura, reducir costos y profundizar la producción no convencional. La salida de Bastos aparece como un capítulo más en la redefinición del esquema político dentro de la compañía.
Mientras tanto, la designación de Catalán abre un nuevo interrogante: si su llegada será una pieza de equilibrio político dentro del oficialismo o si representará un alineamiento más estrecho con la Casa Rosada en un momento de grandes decisiones estratégicas para YPF.
La Asamblea de Accionistas deberá ratificar los nombramientos cuando se produzca la próxima renovación de autoridades, pero por el momento el ex ministro del Interior ya ocupa un lugar clave en una de las empresas más importantes del país.
Con estos movimientos, YPF inicia una nueva etapa de reacomodamiento interno que combina tensiones políticas, estrategia energética y la necesidad de sostener la estabilidad institucional en medio de un año decisivo para Vaca Muerta y el futuro energético argentino.