Según un informe reciente de la Secretaría de Minería, este crecimiento exponencial será impulsado por una combinación de factores estratégicos. Entre ellos se destacan los costos competitivos de producción, la disponibilidad de recursos naturales, un marco regulatorio atractivo como el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), y una cartera robusta de proyectos tanto en operación como en desarrollo.
Argentina posee cerca del 20% de los recursos mundiales de litio, una ventaja geológica clave que le otorga protagonismo en el contexto global. En paralelo, la creciente demanda internacional de este mineral, esencial para la transición energética, refuerza las expectativas de crecimiento sostenido para los próximos años.
Uno de los principales motores de esta demanda es el mercado de los vehículos eléctricos. De acuerdo a las proyecciones oficiales, las ventas globales de autos eléctricos se triplicarán entre 2024 y 2035, pasando de 16,1 millones a 48,8 millones de unidades. Esta transformación estructural de la industria automotriz generará una presión creciente sobre el suministro de litio a nivel mundial.
Actualmente, Argentina cuenta con seis proyectos de litio en plena producción. A estos se suman otros quince que ya se encuentran en etapa avanzada de desarrollo, ejecutando tareas de ingeniería, construcción y pruebas que anticipan el inicio de sus operaciones en el corto y mediano plazo.
La región del “triángulo del litio”, conformada por Argentina, Bolivia y Chile, sigue siendo el núcleo geográfico más importante para la extracción de este mineral. Dentro de este contexto, la Argentina emerge como un actor dinámico y competitivo, con marcos normativos que buscan atraer inversiones extranjeras y fomentar la industrialización local.
El Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), incluido en la Ley Bases recientemente aprobada, es una de las herramientas clave para facilitar el ingreso de capitales a gran escala. Este régimen ofrece beneficios impositivos, cambiarios y aduaneros que mejoran la rentabilidad de los proyectos extractivos y otorgan mayor previsibilidad a largo plazo.
Además del impacto económico directo en divisas, el desarrollo del litio representa una oportunidad para fortalecer la cadena de valor nacional. La industrialización de parte del litio extraído, a través de procesos como el refinamiento o la fabricación de componentes, permitiría generar empleo calificado y aumentar el valor agregado dentro del país.
El informe oficial destaca también la importancia de sostener una política activa de promoción internacional. La participación en ferias mineras, la firma de acuerdos bilaterales y la integración con cadenas de suministro globales son acciones prioritarias para consolidar a Argentina como proveedor confiable.
Otro aspecto relevante es la sostenibilidad ambiental. La Secretaría de Minería subrayó que se están implementando estándares internacionales para garantizar un desarrollo responsable del recurso, con monitoreo hídrico, control de emisiones y participación de las comunidades locales.
La ventana de oportunidad para posicionarse como líder en litio está abierta, y el desafío será capitalizar este escenario sin repetir errores del pasado. La combinación de recursos naturales, políticas públicas estables y participación privada será determinante para lograrlo.
De concretarse las proyecciones, el litio podría convertirse en el segundo complejo exportador de la Argentina hacia el final de la década, después del agro, aportando divisas esenciales para el desarrollo del país.
El “oro blanco”, como se conoce al litio por su valor estratégico en la transición energética global, tiene en Argentina uno de sus pilares más sólidos para las próximas décadas. La oportunidad está servida.