El informe describe un escenario de “industria de doble velocidad”, en el que conviven dificultades operativas y financieras con una mirada optimista a futuro. De acuerdo con los datos relevados entre octubre y diciembre, más del 65% de las empresas presenta al menos un 25% de su capacidad productiva sin utilizar, evidenciando un contexto de demanda moderada dentro de la cadena energética.
En detalle, el 51% de las pymes industriales registra niveles medios de capacidad ociosa, entre el 25% y el 50%, mientras que otro 16% enfrenta niveles altos o muy altos, superiores al 50%. Solo un 9% opera sin ociosidad, lo que confirma que la recuperación aún no se consolida plenamente.
Pese a este escenario, el impacto sobre el empleo resulta contenido. El 47% de las empresas no reporta afectaciones en su dotación, aunque un 31% redujo personal y un 19% acortó turnos o jornadas laborales. Además, siete de cada diez compañías decidieron cancelar o postergar incorporaciones previstas, como medida de cautela ante la incertidumbre.
El relevamiento subraya que, aun con estas restricciones, el sector prioriza la preservación del empleo y de las capacidades técnicas, con el objetivo de estar preparado ante una eventual reactivación de la actividad. Esta estrategia busca evitar la pérdida de know how en un contexto de baja utilización de la capacidad instalada.
Otro punto crítico señalado es la negociación de contratos y tarifas. Solo el 39% de las empresas afirma que los plazos de pago se cumplen correctamente, mientras que el resto enfrenta demoras significativas, mayormente de entre tres y seis meses, y en menor medida de hasta un año.
En cuanto a la actualización de montos, el panorama también resulta complejo. Casi la mitad de las pymes logra revisiones contractuales, pero en condiciones desfavorables, mientras que un 14% directamente no consigue ajustes, impactando en la liquidez y en la planificación operativa.
A pesar de este cuadro, el optimismo domina las proyecciones. El 60% de las empresas se declara expectante o altamente optimista respecto a 2026, impulsado por la posible activación de proyectos de gran escala que podrían reactivar la demanda de bienes y servicios industriales.
Entre los factores que alimentan esta expectativa aparecen el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), la expansión de Vaca Muerta Sur y los desarrollos de Gas Natural Licuado, identificados como motores potenciales de una nueva etapa de crecimiento.
Un 37% de las empresas adopta una postura moderada frente al futuro, mientras que solo un 3% expresa preocupación, lo que muestra que, aun en un contexto contractivo, predomina una visión de mediano plazo más favorable.
El relevamiento confirma que la cadena de valor industrial energética continúa en una fase de estancamiento, aunque con una leve mejora respecto al trimestre previo. Las pymes sostienen su estructura, enfrentan tensiones financieras y negocian en condiciones complejas, pero evitan un ajuste más profundo.
En síntesis, la industria resiste, preserva empleo y capacidades, y deposita sus expectativas en los grandes proyectos energéticos. El desafío para 2026 será convertir ese optimismo en demanda concreta que permita dejar atrás la fase de contracción.