“La segunda vida de un pozo no comienza con una nueva perforación, sino con una nueva comprensión de su potencial”, afirmó Morales, al describir el enfoque de refractura como una herramienta estratégica dentro del desarrollo no convencional.
La refractura consiste en volver a estimular un pozo existente para recuperar energía del reservorio, mejorar la conectividad y aumentar su productividad. Según los datos presentados por Calfrac, esta técnica puede demandar entre 20% y 60% del costo de perforar un pozo nuevo, con incrementos de producción de 1,5 a 3 veces, un retorno más rápido y un menor impacto ambiental.
En Vaca Muerta, donde más de 2.500 pozos horizontales ya alcanzan etapas de madurez, la refractura surge como una alternativa eficiente frente a la declinación natural de la producción. Morales explicó que la clave está en seleccionar cuidadosamente los pozos candidatos, integrando datos de producción, presión de reservorio, calidad de roca y diseño de completación.
“Un pozo mal seleccionado no solo no responde, sino que puede comprometer activos adyacentes”, advirtió. Por ello, la evaluación multidisciplinaria es esencial para identificar aquellos con energía disponible, buena integridad y diseños iniciales subóptimos.
La exposición repasó distintas metodologías, desde las refracturas directas y los aislamientos químicos con divergentes, hasta las técnicas mecánicas con packers o liners, destacando el equilibrio entre efectividad técnica, riesgo operativo y costo. En los pozos estratégicos, la recompletación con revestimiento adicional ofrece el mayor control y eficiencia, aunque con una inversión superior.
Morales también hizo hincapié en la importancia del monitoreo y la evaluación posterior. Herramientas como microsísmica, fibra óptica y trazadores permiten analizar qué zonas fueron realmente estimuladas y medir la producción incremental atribuible a la refractura, optimizando los futuros diseños.
Entre 2015 y 2025, Vaca Muerta pasó de realizar 50 etapas de fractura mensuales a más de 2.000 por mes, consolidándose como una de las cuencas no convencionales más activas del hemisferio sur. En ese contexto, la refractura se posiciona como una fase evolutiva del desarrollo, enfocada en eficiencia, aprendizaje operativo y sostenibilidad.
Calfrac destacó además que cada refractura exitosa puede evitar la emisión de hasta 600 toneladas de CO₂, al reducir la necesidad de perforar nuevos pozos y reutilizar infraestructura existente, convirtiéndose en una práctica alineada con los objetivos de descarbonización del sector.
“El futuro de Vaca Muerta también está en los pozos del pasado”, sintetizó Morales, al señalar que el aprendizaje técnico y la optimización continua permitirán al país mejorar su factor de recobro sin incrementar significativamente el capital invertido.
Con un retorno estimado de 1 a 3 por cada dólar invertido y una reducción de hasta 50% en el CAPEX respecto a un pozo nuevo, la refractura se perfila como una herramienta de desarrollo estratégico y sustentable para la próxima década de Vaca Muerta.