Este cambio tiene un impacto significativo en la logística y la economía energética del país. El costo anual promedio de producción de gas en Argentina es de 3,5 millones de dólares por millón de BTU (British Thermal Units), una cifra considerablemente inferior a los 11,8 millones de dólares que costaba el gas importado desde Bolivia. A su vez, el gas natural licuado (GNL) importado rondaba los 11,1 millones de dólares por millón de BTU. Con el gas de Vaca Muerta cubriendo parte de la demanda interna, los costos energéticos de Argentina se reducirán de manera notable.
De hecho, se proyecta que para 2025 el precio promedio del gas en Argentina caerá a 4,10 millones de dólares por millón de BTU, lo que significará una baja del 14% en comparación con los valores actuales. Esta reducción se debe principalmente a la disminución de importaciones y a la optimización de los recursos locales, donde el desarrollo de Vaca Muerta se consolida como un factor clave para la independencia energética del país.
El avance de la infraestructura y el uso de recursos propios no solo fortalecerá la autosuficiencia energética, sino que también generará grandes expectativas sobre el futuro económico y energético de Argentina, con Vaca Muerta como uno de los pilares fundamentales para los próximos años.
El desarrollo de Vaca Muerta no solo tiene implicancias a nivel interno, sino que también posiciona a Argentina en el mapa internacional de exportación de energía. Con la capacidad de abastecer no solo al mercado interno, sino también a países vecinos, el yacimiento se perfila como una fuente estratégica de recursos para la región. Esto abrirá nuevas oportunidades comerciales y fortalecerá la relación energética con países como Brasil y Chile, que podrían beneficiarse de la exportación de gas argentino.
Además, la inversión en infraestructura para el transporte y distribución de gas es clave para asegurar el crecimiento sostenido del sector energético. La expansión de la red de gasoductos y la optimización de las plantas de procesamiento permitirán que Vaca Muerta opere a plena capacidad en los próximos años. Este tipo de proyectos no solo garantizan el abastecimiento de gas, sino que también generan empleos y promueven el desarrollo industrial en las regiones involucradas.
A medida que la producción de gas se incremente, también se espera una disminución en los precios para los consumidores finales, tanto en el ámbito residencial como industrial. Este ahorro en costos energéticos podría traducirse en una mayor competitividad para las empresas argentinas, especialmente aquellas que dependen del gas como insumo. El impacto positivo en la economía podría impulsar nuevos proyectos industriales, fortaleciendo el crecimiento económico y posicionando al país como un referente en la producción de energía a nivel mundial.
Argentina deja de importar gas desde Bolivia (y aumenta la expectativa por Vaca Muerta)
A partir de octubre de 2024, Argentina ha puesto fin a la importación de gas natural desde Bolivia, cerrando un ciclo de más de 20 años en los que el país vecino fue un proveedor clave. Este hito se enmarca dentro de los avances en infraestructura energética, destacándose el proyecto de reversión del Gasoducto Norte, cuya inauguración está prevista para este jueves. La obra, financiada con una inversión cercana a los 740 millones de dólares, permitirá que el gas extraído de Vaca Muerta llegue a las provincias del norte, entre ellas Córdoba, Tucumán, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero, Salta y Jujuy.