La Reversión del Gasoducto Norte tiene como objetivo reemplazar el suministro que históricamente venía de Bolivia, un contrato que se interrumpió el 31 de julio debido al declive en la producción de gas en ese país. La puesta en marcha de esta obra, cuya finalización estaba inicialmente programada para agosto, se encuentra ahora en una fase de prueba, aunque fuentes del sector privado consideran que su inicio es inminente. En su primera etapa, el gasoducto podrá llevar hasta 5 millones de metros cúbicos por día, aumentando a 19 millones en una segunda fase que se prevé para marzo de 2025.
El costo total del proyecto asciende a 713 millones de dólares, con financiamiento por parte del Banco de Desarrollo de América Latina y Cammesa. Esta inversión no solo busca garantizar el suministro de gas para el consumo doméstico, industrial y para la generación de electricidad, sino que también tiene un impacto directo en la economía, ya que podría ayudar a reducir los subsidios a la energía.
A pesar de la importancia de esta obra, no se prevé un gran acto de inauguración debido al actual parate en la obra pública. Sin embargo, el Gobierno tiene la intención de comunicar la puesta en marcha de este gasoducto como un hito significativo en la gestión energética del país. En resumen, la Reversión del Gasoducto Norte no solo representa un avance en la infraestructura energética argentina, sino también una respuesta a la crisis de abastecimiento que se anticipa para el próximo verano.
Además de aliviar la crisis energética durante el verano, la Reversión del Gasoducto Norte tiene implicancias macroeconómicas de largo plazo. Con la capacidad de transportar gas desde Vaca Muerta hacia el norte, Argentina podrá reducir su dependencia de las importaciones energéticas, lo que a su vez disminuirá el déficit de la balanza comercial. El ahorro generado por la diferencia de costos entre el gas local y el importado permitirá también al Ministerio de Economía mejorar el control sobre los subsidios, un tema crítico en el presupuesto nacional.
Otro aspecto a destacar es el desafío técnico que supuso la ejecución de esta obra. A pesar de los retrasos y las complejidades, como los cruces especiales que requirieron un esfuerzo adicional por parte del contratista BTU, los avances han sido significativos. Empresas como Techint-Sacde, encargadas de otras partes de la construcción, han mantenido los plazos, lo que resulta crucial para garantizar que la primera etapa del gasoducto esté operativa antes de los meses más críticos del verano.
Finalmente, el contexto político y económico que rodea a este proyecto ha sido clave para su desarrollo. Desde que en 2022 se firmó el acuerdo con Bolivia para reducir el suministro de gas, la Reversión del Norte se presentó como una obra estratégica. Sin embargo, la transición entre administraciones y la demora en la adjudicación de las licitaciones complicaron su avance. A pesar de estas dificultades, el Gobierno busca utilizar este logro como un mensaje de gestión efectiva en un año electoral, resaltando la importancia de la obra para asegurar el abastecimiento energético del país.
El Gobierno acelera la obra pública para amortiguar los cortes de luz y la escasez del verano
En medio de un panorama energético complicado, el Gobierno argentino ha decidido acelerar la puesta en marcha de la Reversión del Gasoducto Norte, una obra que busca llevar gas desde Vaca Muerta hacia las provincias del NOA. Este gasoducto se presenta como una alternativa crucial ante la inminente escasez de energía que se prevé para el verano, especialmente con el aumento de la demanda por las altas temperaturas. La implementación de este sistema es especialmente relevante, ya que se prevé que será cuatro veces más económico que el gas importado de Bolivia, cuyo precio alcanzaba hasta 17 dólares por millón de metros cúbicos. El gas de Vaca Muerta, por su parte, costará aproximadamente 3,5 dólares por unidad.