El acuerdo se rubricó en el marco de la cumbre semestral de presidentes del Mercosur, que en esta oportunidad se celebró en la ciudad de Buenos Aires bajo la presidencia pro tempore de Argentina. La iniciativa representa un hito en la integración energética regional y se suma a otros entendimientos alcanzados recientemente entre Paraguay y Brasil.
El memorando establece la creación de un grupo de trabajo técnico binacional, que tendrá la misión de elaborar estudios preliminares de factibilidad técnica, económica y ambiental de la obra. Entre sus tareas también figura la preparación de propuestas específicas sobre el trazado y las características del gasoducto.
Uno de los puntos centrales del proyecto es el recorrido previsto: la tubería atravesaría el extenso territorio chaqueño paraguayo antes de conectarse con la infraestructura existente en la región norte de Argentina y, eventualmente, con las redes energéticas de otros países vecinos.
Si bien el principal recurso a transportar provendrá de Vaca Muerta —considerada una de las mayores reservas de gas no convencional del mundo—, el grupo de trabajo evaluará la inclusión de otros yacimientos y cuencas productivas de la región. El objetivo es consolidar un corredor energético robusto y diversificado.
La obra proyectada se vincula con una ambición más amplia: la concreción del Conducto Bioceánico Vial, un sistema de carreteras, puentes y ductos que lleva más de una década de debates entre Argentina, Paraguay, Brasil y Chile. La idea es facilitar el tránsito de mercancías a lo largo de más de 2.290 kilómetros.
Según datos preliminares, el Gasoducto Bioceánico tendrá un coste estimado de 10.000 millones de dólares, equivalentes a unos 8.517 millones de euros. La inversión sería afrontada mediante esquemas mixtos de financiamiento que involucren organismos multilaterales de crédito y aportes estatales y privados.
Además del transporte de gas natural, la red logística que se planea busca captar una porción significativa del comercio internacional. Se estima que podría absorber hasta el 40% del tráfico marítimo que actualmente utiliza el Canal de Panamá como vía principal.
Autoridades paraguayas destacaron que el acuerdo refleja la voluntad política de transformar el perfil energético del país y fortalecer su rol como articulador entre el Atlántico y el Pacífico. En tanto, representantes argentinos remarcaron que la obra permitirá incrementar exportaciones de gas, diversificar destinos y potenciar inversiones en Vaca Muerta.
El memorando firmado contempla un cronograma inicial de 12 meses para avanzar en los estudios de viabilidad. Una vez concluida esta etapa, ambos gobiernos deberán definir los contratos de construcción y la constitución de la sociedad operadora binacional.
Técnicos de ambos países señalaron que el desafío logístico es de gran envergadura, dado que el trazado deberá atravesar zonas de difícil acceso y ecosistemas que requerirán evaluaciones ambientales rigurosas.
Por su parte, referentes empresariales del sector energético expresaron interés en participar de la licitación de la obra y destacaron el potencial que abre la interconexión de gasoductos para asegurar abastecimiento interno y exportar excedentes a Chile y Brasil.
La firma del acuerdo se suma a una serie de definiciones estratégicas adoptadas por los países del Mercosur, que buscan consolidar infraestructura conjunta para mejorar la competitividad global y promover el desarrollo regional.
Mientras tanto, las autoridades prevén que, si se cumplen los plazos establecidos, la construcción podría comenzar durante los próximos tres años y extenderse por al menos un lustro, marcando un antes y un después en la matriz energética sudamericana.