El plan fue confirmado por Daniel Ridelener, CEO de TGN, durante un encuentro del sector energético. El ejecutivo explicó que avanzar hacia un esquema estable de exportaciones requiere ampliar la capacidad de transporte y conectar la principal cuenca productiva del país con el sistema del Gasoducto Norte.
El ducto partiría desde Tratayén, punto neurálgico del desarrollo no convencional, donde inicia también el Gasoducto Presidente Perito Moreno (ex Néstor Kirchner). Desde allí se extendería hasta La Carlota, en Córdoba, para vincularse con la reversión del Gasoducto Norte completada el año pasado.
El proyecto prevé una capacidad de transporte de hasta 20 millones de metros cúbicos diarios y una inversión estimada en 2.000 millones de dólares. Según Ridelener, también se analizan alternativas de 10 o 15 millones de metros cúbicos, considerando distintos escenarios de demanda y financiamiento.
Uno de los factores clave es la reforma del mercado eléctrico que entró en vigencia este mes. Con el nuevo esquema, los generadores térmicos deberán comprar gas directamente en el mercado, una medida que podría sumar volumen y dar viabilidad económica al gasoducto si ese sector contrata capacidad firme.
La demanda brasileña aparece como el otro pilar del proyecto. Actualmente, Brasil comenzó a importar alrededor de 300.000 metros cúbicos diarios desde Argentina, aunque en modalidad estacional. Para avanzar hacia contratos firmes es indispensable contar con un ducto que garantice suministro permanente.
El interés de Brasil se explica por el declino de la producción boliviana, la dependencia del gas asociado a la extracción de petróleo y la volatilidad del mercado global de GNL. Vaca Muerta ofrece disponibilidad, competitividad de costos y previsibilidad para su matriz industrial.
Sin embargo, existen desafíos logísticos. El ducto Argentina–Uruguaiana opera con capacidad limitada y no está conectado al sistema brasileño, por lo que sería necesario construir otros 580 kilómetros de caños hasta Porto Alegre, una obra costosa y de ejecución prolongada.
Otra posibilidad analizada en el último año es la de atravesar Paraguay, país que prevé incorporar gas natural a partir de 2030 para generación eléctrica y producción de fertilizantes. Aunque la opción suma interés político, el sector energético la considera menos probable por complejidad técnica.
La alternativa más competitiva es Bolivia, cuya infraestructura ya está construida y amortizada. No obstante, ese país cobra un peaje de US$1,9 por millón de BTU, cifra cuatro veces superior a la tarifa equivalente en Argentina. Según TGN, si Bolivia ajusta sus precios, su red sería la vía más eficiente.
Para la industria energética argentina, concretar este gasoducto permitiría ampliar mercados, sostener el crecimiento de la producción no convencional y aumentar el flujo de divisas. Además, consolidaría a Vaca Muerta como proveedor estable de gas para el Cono Sur.
El proyecto también encaja con la estrategia del gobierno nacional de fortalecer exportaciones energéticas y atraer inversiones mediante reglas más claras y previsibles. La disponibilidad de infraestructura será determinante para capturar la oportunidad regional.
La iniciativa de TGN suma respaldo del sector privado, que coincide en que la ventana de oportunidad para exportar gas a gran escala se abre en esta década, antes de que nuevas capacidades de GNL global presionen los precios y reduzcan competitividad.
El avance del ducto dependerá de lograr acuerdos entre productores, transportistas, generadores y potenciales compradores regionales. En un escenario favorable, podría comenzar a construirse en un plazo de seis a ocho meses desde que se asegure la demanda firme.
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