Aranguren subrayó que Vaca Muerta representa el 60% de la producción de petróleo y el 70% de la producción de gas en Argentina. "No nos va a salvar, nos está salvando", afirmó, indicando que su explotación ha sido fundamental en los últimos cinco o seis años.
Para dar dimensión al impacto económico, recordó que en 2005 y 2006 el país logró un superávit comercial energético de US$ 6.000 millones. Sin embargo, durante los gobiernos de Cristina Kirchner, esa cifra cayó hasta generar un déficit de US$ 6.300 millones, lo que representó una pérdida de aproximadamente tres puntos del PBI.
Con una visión optimista, el ex ministro proyectó que en dos años el sector podría generar US$ 15.000 millones y, en un horizonte de cuatro años, alcanzar entre US$ 25.000 y 30.000 millones. Comparó esta potencialidad con la de la Pampa Húmeda, destacando la diversificación de la matriz económica argentina.
Además, Aranguren hizo referencia al potencial minero del país, señalando que mientras Chile exportó el año pasado USD 55.000 millones en minería, Argentina apenas alcanzó los US$ 4.500 millones. En su análisis, enfatizó que Vaca Muerta aún tiene capacidad para triplicar o cuadruplicar su producción.
Respecto a la urgencia de acelerar los desarrollos en el yacimiento, advirtió que no hay certezas sobre cuánto tiempo podrá mantenerse el nivel de producción actual. "Si el capital que vamos a hundir lo podemos recuperar dentro del tiempo en que va a producir ese activo, hagámoslo lo más rápido posible", sostuvo.
En este sentido, destacó que Vaca Muerta se ha convertido en una "cuasi política de Estado", ya que ha sido impulsada por diversas administraciones, desde el kirchnerismo hasta el actual gobierno de Javier Milei. "No fue por virtud, fue por necesidad", enfatizó.
El ex funcionario advirtió que la inversión extranjera en el sector energético requiere estabilidad y reglas claras. Comparó la situación argentina con países como Guyana o Namibia, destacando que las inversiones fluyen hacia lugares donde las condiciones son previsibles y rentables.
Aranguren valoró el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) impulsado por el Gobierno, pero subrayó que es clave resolver el cepo cambiario este año para generar confianza en los inversores. "Nadie hace beneficencia. El que entrega capital es para poder sacar más capital, no menos", expresó.
Sobre el ajuste tarifario durante la gestión Milei, el ex ministro recordó que cuando se anunció el recorte de subsidios se esperaba una fuerte reacción social. Sin embargo, señaló que la cobrabilidad de las tarifas se mantiene en el 98% y que los planes de cuotas ofrecidos por las distribuidoras no fueron tomados por los consumidores.
El impacto de Vaca Muerta trasciende el ámbito energético y tiene implicaciones en el desarrollo de infraestructura, empleo y exportaciones. Su crecimiento podría posicionar a Argentina como un jugador clave en el mercado internacional de hidrocarburos.
Para que este potencial se materialice plenamente, Aranguren insistió en la necesidad de previsibilidad y estabilidad en las políticas económicas. "Si queremos atraer inversiones, debemos garantizarles las mismas condiciones que en otras partes del mundo", concluyó.
En un contexto de volatilidad económica y política, Vaca Muerta se erige como una pieza central en el futuro energético y financiero de Argentina. Su desarrollo sostenido dependerá de decisiones estratégicas que permitan maximizar su rentabilidad y asegurar su continuidad en el tiempo.
Vaca Muerta, el salvavidas de la economía energética argentina
El ex ministro de Energía, Juan José Aranguren, destacó el papel crucial de Vaca Muerta en la economía argentina y aseguró que sin su producción de hidrocarburos, el país "estaría en el horno". En una entrevista con Infobae en Vivo, el ex funcionario resaltó el impacto del yacimiento en la balanza comercial y la necesidad de condiciones estables para atraer inversiones al sector.
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