Este mes, SALi Lithium Corp. anunció su intención de adquirir hasta el 100% del proyecto La Esperanza, ubicado en Río Negro. La operación marca un posible giro estratégico para la compañía, que busca diversificar su portafolio más allá del litio.
El proyecto La Esperanza se extiende sobre 44.400 hectáreas en el Macizo Nordpatagónico, dentro del distrito Los Menucos. La zona cuenta con antecedentes de depósitos de metales preciosos, lo que la convierte en un punto de interés para la exploración.
Los datos históricos de la región, aunque aún no verificados por la compañía, muestran resultados alentadores: muestras de canal de hasta 24 g/t de oro y 129 g/t de plata, además de la presencia de cobre. Estas cifras sugieren un potencial significativo en materia de recursos.
En el área se han excavado 30 zanjas, con más de 2.900 metros de zonas mineralizadas expuestas. El relevamiento indica un sistema de vetas extensivo y definido, con más de 10 km de vetas epitermales de baja sulfuración, un tipo de yacimiento muy buscado por la industria.
El director ejecutivo de SALi, Dustin Nanos, destacó que “el proyecto La Esperanza representa una expansión estratégica de nuestra presencia en Argentina”. La iniciativa refuerza la mirada de la compañía sobre la Patagonia como territorio clave para nuevos desarrollos.
El acuerdo con la firma argentina Valcheta Exploraciones S.A.S. se plantea como una opción por etapas. En primera instancia, contempla una inversión que supera los US$ 4,4 millones, compuesta por US$ 1.889.500 en efectivo y US$ 2.599.000 en gastos de exploración.
En caso de avanzar, la compañía podrá conformar una sociedad conjunta con Valcheta. Inicialmente controlaría el 51% del proyecto, con la posibilidad de ampliar su participación hasta quedarse con la totalidad de la propiedad.
La estrategia responde al interés de SALi en construir un portafolio diversificado de minerales. La compañía busca consolidar activos en litio, oro y otros recursos críticos, necesarios para la transición energética y tecnológica global.
Nanos remarcó que “con sus extensos sistemas de vetas, yacimientos de alta ley y ubicación privilegiada, esta adquisición se alinea con nuestro objetivo de construir una cartera diversificada de activos”.
La operación se suma a una tendencia creciente en la industria minera: diversificar para mitigar riesgos. En un mercado de materias primas cada vez más volátil, ampliar la gama de recursos puede garantizar mayor estabilidad y oportunidades de expansión.
En ese sentido, el oro vuelve a ocupar un lugar relevante como activo de resguardo y de inversión, en paralelo con minerales estratégicos como el litio o el cobre. La Patagonia emerge así como escenario de exploración para múltiples recursos.
Río Negro, con antecedentes en proyectos metalíferos, podría convertirse en un nuevo polo de desarrollo minero. La llegada de compañías internacionales y la apuesta por proyectos de gran escala reavivan el debate sobre el futuro de la provincia en el mapa extractivo nacional.
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