El BGP Prospector, con bandera de Bahamas, una longitud de 100 metros y una tripulación de 66 personas, comenzó sus operaciones el 9 de octubre, tras recibir la aprobación final del Estado Argentino para llevar a cabo bombardeos acústicos en tres bloques marítimos situados a unos 300 kilómetros de la costa de Mar del Plata.
La actividad de este buque implica la etapa inicial previa a la explotación petrolífera en alta mar. El barco está equipado con cañones de aire comprimido, que generan ruidos a través de explosiones con niveles de hasta 260 decibeles, afectando una superficie de más de 300,000 kilómetros cuadrados, equivalente al tamaño de la provincia de Buenos Aires. Algunos de estos ruidos son audibles a cientos de kilómetros de distancia.
La intensidad del ruido producido por un solo cañón es comparable al generado por el lanzamiento de un cohete o una explosión de dinamita submarina. Estos sonidos viajan a través del océano y penetran en las profundidades del lecho marino, afectando a diversas formas de vida marina en el Mar Argentino, desde mamíferos marinos como la ballena franca austral, que es un Patrimonio Natural de Argentina, hasta delfines, tortugas, peces e invertebrados.
El BGP Prospector se encuentra actualmente navegando cerca de la ciudad de Viedma, en Río Negro, y Pedro Luro, en la provincia de Buenos Aires. Además, ha recorrido zonas marítimas frente a Montevideo y Punta del Este.
Esto significa que ha atravesado la zona de las 200 millas en el sudeste de Buenos Aires y el norte de Río Negro.
Hernán Pérez Orsi, investigador de la campaña Océanos de Greenpeace, explicó que el buque está llevando a cabo la operación de creación de impulsos con aire comprimido para generar las explosiones que viajarán al fondo marino. Estas vibraciones generan pequeños sismos que emiten ecos, que son captados por micrófonos que los buques arrastran en su remolque. Al recoger esta información, se obtiene un mapa tridimensional del lecho marino, permitiendo la identificación de las reservas de gas y petróleo. El barco concentra sus esfuerzos en áreas específicas, recorriendo y mapeando continuamente para obtener datos más precisos.
Las explosiones son frecuentes, ocurriendo aproximadamente cada diez segundos, las 24 horas del día, a veces durante semanas. La intensidad del ruido es tal que penetra a través del océano y se adentra kilómetros en el lecho marino. La información recopilada se utiliza para analizar la topografía del fondo del océano y las formaciones geológicas subyacentes, lo que ayuda a ubicar depósitos de petróleo y gas enterrados.
Esta actividad ha generado preocupaciones entre los defensores del medio ambiente y los conservacionistas, quienes temen que el impacto de los bombardeos acústicos en la vida marina sea perjudicial para el ecosistema del Mar Argentino. A medida que Equinor continúa con sus operaciones, la controversia sobre los posibles efectos a largo plazo en la región se mantiene.