La iniciativa contempla una inversión cercana a los 30.000 millones de dólares y fue resaltada en un contexto global marcado por la caída de la inversión extranjera directa (IED). El informe subrayó que este proyecto greenfield —es decir, desarrollado desde cero— representa un caso disruptivo frente al retroceso generalizado de los flujos de capital, especialmente en América del Sur.
El informe de la UNCTAD indicó que, en 2024, la IED global cayó un 11%, mientras que en Sudamérica el descenso fue del 18%. Argentina, junto con Brasil, Chile y Colombia, fue uno de los principales contribuyentes a esa baja regional. En este marco adverso, el desarrollo argentino se convirtió en un punto de inflexión.
Según el informe, la planta de GNL se instalará en la costa de Río Negro y contempla la construcción de infraestructura flotante para el licuefaccionamiento del gas, además de un gasoducto para su transporte. Esta primera etapa, denominada Argentina LNG I, prevé el inicio de operaciones en 2027, con una participación directa de YPF de entre el 20% y el 30%.
Las fases siguientes, Argentina LNG 2 y Argentina LNG 3, sumarían nuevos socios internacionales como la italiana ENI. De concretarse, sería una de las mayores obras de infraestructura energética de América Latina, con impacto directo en el desarrollo de Vaca Muerta, considerada la principal formación no convencional del hemisferio sur.
El presidente de YPF, Horacio Marín, y el vicepresidente ejecutivo de GNL de Shell, Cederic Cremers, destacaron el potencial transformador del proyecto tanto para la matriz energética nacional como para las exportaciones. Según YPF, la inversión directa estimada es de 10.000 a 12.000 millones de dólares en veinte años, pero podría triplicarse si se contabilizan las inversiones en upstream.
El documento también menciona como factores positivos para la atracción de capital las recientes medidas del gobierno argentino, entre ellas la flexibilización cambiaria y la implementación del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), orientado a captar fondos para desarrollos tecnológicos, energéticos y de recursos críticos.
Además del GNL, la minería también fue señalada como un sector con fuerte potencial para captar inversión. La demanda global por litio, cobre y otros minerales estratégicos para la transición energética empuja proyectos en distintas regiones del país, alineados con la electrificación y el crecimiento de la economía verde.
Un análisis de la consultora Wood Mackenzie sitúa a Vaca Muerta como el desarrollo de no convencionales más importante fuera de Norteamérica. A su vez, la firma Rystad Energy proyecta que las instalaciones de GNL flotante alcanzarán su máxima capacidad operativa hacia finales de la década de 2030.
Sin embargo, a pesar del enfoque promercado del gobierno nacional y de los anuncios emblemáticos, el ingreso efectivo de IED no repuntó en el corto plazo. Según el Banco Central, la salida neta de capitales alcanzó los 2.190 millones de dólares en el primer cuatrimestre de 2025.
En ese marco, la apuesta de YPF y Shell aparece como una de las pocas excepciones capaces de revertir una tendencia global de fragilidad en los flujos de inversión. El desafío ahora será concretar la decisión final de inversión, prevista para el primer trimestre de 2026, y avanzar con el cronograma de obras para convertir a la Argentina en un jugador relevante en el mercado mundial de GNL.
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