El informe detalla que entre enero y junio el sector generó un saldo positivo de US$ 3.700 millones, cifra que representa un incremento de 36% frente al mismo período del año pasado. De acuerdo con el gobierno, se trata del mejor resultado para un primer semestre en al menos 35 años.
La CEPH remarcó que sin el aporte del petróleo y el gas la balanza comercial del semestre hubiera sido deficitaria. En este sentido, la entidad advirtió que la energía fue decisiva para evitar un rojo en el comercio exterior y para sostener el flujo de divisas en un año de fuerte presión sobre las reservas.
El impulso provino del aumento en la producción de hidrocarburos y de la mejora en la infraestructura disponible para transportar mayores volúmenes. Este escenario permitió que las exportaciones energéticas crecieran 11% en la primera mitad del año, con un avance de 10% en gas natural y un hito en las ventas de crudo, que en junio alcanzaron los 371.000 barriles diarios.
En paralelo, las importaciones energéticas se redujeron 39%, lo que potenció el saldo positivo. La menor necesidad de compras externas respondió a la mayor inyección de gas doméstico al sistema, favorecida por la ampliación de capacidad de transporte a partir del Gasoducto Perito Moreno.
El resultado impactó directamente en la balanza comercial total del semestre, que cerró con un superávit de US$ 2.788 millones. Sin embargo, este monto fue 74% menor al registrado en igual período de 2024 debido al fuerte crecimiento de las importaciones generales.
El análisis de la cámara subrayó que solo el aporte energético evitó un saldo negativo. Según datos del Instituto de Estrategia Internacional de la Cámara de Comercio Exterior, las exportaciones de crudo y gas superaron en cantidades a las del mismo semestre del año anterior en 110,5%.
La proyección hacia fin de año es optimista: el sector prevé un superávit energético superior a los US$ 6.000 millones y mantiene como meta alcanzar más de US$ 25.000 millones al cierre de la década. El récord previo para un año completo había sido en 2006 con US$ 6.081 millones, mientras que en 2024 el saldo positivo fue de US$ 5.700 millones.
El escenario de precios internacionales sigue siendo un factor de riesgo. La CEPH advirtió que cada reducción de US$ 10 en el barril de petróleo implica para las productoras locales una pérdida de ingresos de US$ 2.800 millones anuales. No obstante, la expectativa de crecimiento se apoya en la capacidad de producción de Vaca Muerta y en el fortalecimiento de la infraestructura.
Además de la balanza comercial, el sector energético también contribuye a la entrada de divisas a través del mercado financiero. Las compañías con operaciones en Vaca Muerta recurrieron a la emisión de deuda y a la colocación de obligaciones negociables para financiar proyectos estratégicos.
El consorcio VMOS S.A., integrado por YPF, Pluspetrol, Pan American Energy, Pampa Energía, Vista, Chevron Argentina, Shell Argentina, Tecpetrol y Gas y Petróleo del Neuquén, gestionó recientemente un préstamo sindicado por US$ 2.000 millones. Los fondos se destinarán a obras de infraestructura orientadas a potenciar las exportaciones y mejorar la capacidad de transporte.
La estrategia del sector coincide con la política del gobierno nacional, que busca sumar los dólares generados por la energía y la minería al aporte tradicional del agro. La diversificación de las fuentes de divisas es considerada clave para estabilizar la macroeconomía en los próximos años.
Con estos resultados, las petroleras de Vaca Muerta se consolidan como actores centrales de la economía argentina, con un peso creciente en la balanza energética y un rol decisivo en la disponibilidad de divisas. El año 2025 aparece así como un punto de inflexión, con la posibilidad de superar un récord histórico y sentar las bases para alcanzar más de US$ 25.000 millones al final de la década.
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