Desde un centro de control de alto rendimiento ubicado fuera de la cuenca, se supervisa en tiempo real todo lo que ocurre en los pozos. El sistema permite anticipar fallas, ajustar procesos y evitar interrupciones a través de datos enviados sobre presión, temperatura, vibraciones y otros parámetros críticos.
La agencia Noticias Argentinas informó que la creciente automatización trajo como consecuencia 1.200 despidos y 2.000 suspensiones, afectando principalmente a personal dedicado al control presencial en los yacimientos. El proceso de transformación tecnológica simplificó tareas de campo y redujo la necesidad de mano de obra en sectores clave.
Los equipos desplegados actualmente garantizan un monitoreo integral de las operaciones y representan un salto de escala en la administración de uno de los proyectos energéticos más ambiciosos de América Latina. La magnitud del avance no solo se mide en eficiencia productiva, sino también en el volumen de capital comprometido para sostener la expansión.
Según un informe de la consultora McKinsey, el desarrollo completo de Vaca Muerta demandará alrededor de US$ 45.000 millones en inversiones en los próximos años. Estas proyecciones incluyen planes para duplicar la producción de crudo en un plazo de cinco años y triplicarla hacia 2032.
Los registros del Ministerio de Economía muestran que durante 2024 las exportaciones de combustibles y energía crecieron 22,3%, alcanzando los US$ 9.677 millones. Este monto representó 12,1% del total exportado por Argentina, consolidando a la industria hidrocarburífera como uno de los pilares de la balanza comercial.
Chile se consolidó como principal destino de los envíos, con compras por US$ 2.844 millones y un incremento interanual de 74,1%. Este mercado representa una vía estratégica para la colocación del crudo y el gas no convencional, mientras que se espera ampliar la capacidad logística para nuevos destinos.
Al mismo tiempo, las importaciones de combustibles y lubricantes descendieron 49,4% en comparación con el año anterior, alcanzando un total de US$ 4.009 millones. La reducción refleja el impacto directo del aumento de la producción local y la sustitución de compras externas.
Las proyecciones de inversión y los resultados comerciales consolidan a Vaca Muerta como motor central del sector energético argentino. Sin embargo, el cuello de botella continúa siendo la infraestructura de transporte, con capacidad limitada en oleoductos y gasoductos para acompañar el crecimiento.
El desafío inmediato radica en garantizar que la producción creciente pueda efectivamente trasladarse hacia los mercados internos y externos. La falta de infraestructura adecuada podría ralentizar la expansión y limitar los beneficios derivados del incremento productivo.
En este escenario, la provincia de Neuquén y el gobierno nacional trabajan en conjunto con las operadoras para ampliar la red de ductos, incrementar la capacidad de almacenaje y facilitar las conexiones con los principales puertos de exportación.
El modelo de control remoto y automatización permite a las compañías reducir costos, aumentar eficiencia y responder a los estándares internacionales de seguridad y sustentabilidad. La incorporación de inteligencia artificial en la interpretación de datos se perfila como la próxima etapa de innovación.
Mientras tanto, el desarrollo de Vaca Muerta sigue siendo un factor clave en la estrategia energética del país. El desafío será traducir los récords de extracción en mayores exportaciones y beneficios sostenibles para la economía, superando los límites logísticos que hoy condicionan su expansión.
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