Durante la Offshore Technology Conference (OTC), una de las ferias petroleras más importantes del mundo que se realiza en Texas, el gobernador Alfredo Cornejo presentó a Mendoza como un territorio aún con potencial para desarrollar negocios vinculados al petróleo. La premisa fue clara: mostrar que la provincia también forma parte de la formación Vaca Muerta, particularmente en su zona norte, aunque con un enfoque distinto al de su vecino patagónico.
La principal herramienta que expone Mendoza ante inversores es la política de “regalías cero” en áreas inactivas. Se trata de yacimientos que actualmente no tributan porque no están en producción. A cambio de inversiones para su reactivación, la provincia ofrece beneficios fiscales. Las regalías han perdido peso en las finanzas públicas: mientras que en 2005 representaban el 13% de los ingresos provinciales, hoy solo aportan el 4,5%.
Esta estrategia busca compensar las desventajas acumuladas por Mendoza debido a años de escasa exploración, tanto convencional como no convencional. Mientras Neuquén negocia con grandes empresas internacionales, Mendoza apunta a atraer firmas medianas y pequeñas, muchas de ellas nacionales, para impulsar proyectos en yacimientos maduros. De allí que gran parte de las presentaciones ante potenciales socios están en castellano.
La dependencia histórica de YPF es otro factor que Mendoza intenta revertir. La transición hacia un modelo más abierto genera tensiones: la salida de la petrolera estatal implica reestructuraciones, despidos y nuevos desafíos. Sin embargo, abre la puerta a la diversificación del sector energético provincial, con la entrada de nuevos jugadores.
Uno de los grandes desafíos es la recuperación de aproximadamente 3.000 pozos inactivos. Muchos de ellos se ubican en la cuenca Cuyana, especialmente en áreas como Barrancas, La Ventaja y Vizcacheras, hoy bajo control de Petróleos Sudamericanos. Esta empresa incluso ha propuesto reducir las áreas de explotación para concentrar los esfuerzos.
La apuesta incluye el uso de técnicas de recuperación secundaria y terciaria. La primera consiste en inyectar agua para mantener la presión del yacimiento, mientras que la segunda aplica métodos más complejos, como la inyección de polímeros. En el área Chachahuén Sur, esta estrategia permitió un notable incremento en la producción, y explica el crecimiento del 1% que tuvo Mendoza en 2024 en su producción total de crudo.
Chachahuén representa un caso exitoso de esta nueva política: YPF sigue operando en el área y ha logrado resultados positivos con la recuperación terciaria. No obstante, la propia compañía ha manifestado su intención de ceder ese proyecto en el mediano plazo para enfocarse exclusivamente en el desarrollo no convencional.
Otro potencial que ofrece Mendoza es el petróleo pesado y extra pesado, que requiere procesos más costosos y específicos para su extracción. Este tipo de crudo, similar a la brea, se perfila como altamente demandado en el futuro por sus características particulares.
En comparación con Neuquén, la producción mendocina es mucho menor: unos 20 millones de barriles al año frente a los 180 millones que genera su vecino gracias a Vaca Muerta. Sin embargo, Mendoza cuenta con infraestructura clave, como oleoductos y la refinería de Luján de Cuyo, apta para procesar crudo de la formación Vaca Muerta.
Antes de fin de año, YPF planea realizar la segunda etapa de fractura en el área CN VII Aguada Negra, mientras que la empresa Quintana anunció inversiones a partir de 2027 para explorar Cañadón Amarillo. A su vez, Aconcagua busca socios para llevar adelante un plan de exploración en Payún Oeste.
Todas estas áreas se ubican en una zona estratégica, donde también avanzan proyectos mineros como Potasio Río Colorado. Esa convivencia de industrias representa tanto una oportunidad como un desafío en términos de gestión territorial, logística y uso de recursos.
En síntesis, Mendoza intenta reinventarse dentro del mapa energético nacional. Con incentivos fiscales, recuperación de pozos inactivos y búsqueda de nuevos actores en el sector, la provincia se propone dejar atrás su rol secundario y posicionarse como un destino atractivo para invertir en petróleo, más allá de Vaca Muerta.
Mendoza busca atraer inversiones petroleras con incentivos y recuperación de pozos inactivos
En un contexto dominado por el protagonismo de Vaca Muerta y la provincia de Neuquén en la industria petrolera argentina, Mendoza despliega una estrategia para no quedar relegada. Con una política de incentivos económicos, entre ellos la reducción o eliminación de regalías, el gobierno mendocino busca captar inversiones, reactivar pozos abandonados y promover nuevas tecnologías de extracción.
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