La producción diaria en Vaca Muerta alcanza los 400 mil barriles de petróleo, con un objetivo gubernamental de llegar al millón de barriles diarios en 2028. Los residuos generados se almacenan en predios específicos y se tratan principalmente con hornos pirolíticos para reducir su contenido de hidrocarburos. Sin embargo, la capacidad de tratamiento ha quedado al límite, creando un "cuello de botella" que amenaza con ralentizar el crecimiento de la industria.
Los residuos generados incluyen, según informa la nota de chequeado.com, recortes de perforación y agua de producción, ambos considerados peligrosos. En 2023, los residuos líquidos aumentaron un 119,9%, los sólidos un 66%, mientras que los semisólidos disminuyeron un 3,2%. Este incremento en la generación de residuos ha llevado al límite a las plantas de tratamiento, como Comarsa y otras, que se ven sobrepasadas por el volumen y la peligrosidad de los desechos.
El gobierno de Neuquén ha anunciado un plan para mejorar la gestión de estos residuos, buscando equilibrar la oferta y demanda de tratamiento y elevar los estándares operativos. Las iniciativas incluyen la colaboración con empresas para realizar más tratamientos in situ y modernizar las técnicas y tecnologías de disposición final. También se promoverá el uso de tecnologías que permitan la recuperación y valorización de los residuos.
El caso de Comarsa ilustra los desafíos actuales. Esta empresa, acusada de acopiar residuos peligrosos sin tratamiento adecuado, enfrenta cargos judiciales por presunta contaminación. A pesar de estas acusaciones, Comarsa defiende su historial, subrayando que no hay pruebas de contaminación en la investigación en curso.
El auge de Vaca Muerta, con inversiones proyectadas de 9.050 millones de dólares para 2024, representa una oportunidad económica significativa para Argentina. Sin embargo, la gestión de residuos y la capacidad de tratamiento se presentan como retos cruciales que deben ser resueltos para asegurar un desarrollo sostenible y proteger a las comunidades locales.
Las empresas tratadoras en Añelo, como Treater, Indarsa y SAN, están trabajando al máximo de su capacidad para gestionar los residuos generados por la industria petrolera. A pesar de los esfuerzos, la demanda creciente ha llevado a estas plantas al borde de su capacidad operativa, obligando a la provincia de Neuquén a considerar nuevas estrategias y tecnologías para manejar el volumen de residuos peligrosos. Las iniciativas gubernamentales incluyen no solo la modernización de las plantas existentes sino también la posible implementación de tecnologías avanzadas como la oxidación físico-química y la biorremediación, aunque estas últimas requieren investigaciones adicionales y podrían enfrentar dificultades debido a las condiciones climáticas de la región.
El desafío ambiental se agrava con el hecho de que los residuos de Vaca Muerta contienen materiales peligrosos como metales pesados y sustancias radiactivas. Rafael Colombo, asesor legal de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas, ha subrayado la gravedad de la situación, advirtiendo sobre los riesgos para la salud pública y el medio ambiente debido al acopio de estos residuos a cielo abierto. La urgente necesidad de una gestión integral y efectiva de estos desechos es crucial no solo para la sostenibilidad del proyecto Vaca Muerta, sino también para la protección de las comunidades locales y el entorno natural de Neuquén.
El boom petrolero de Vaca Muerta lleva al límite a las plantas de tratamiento de residuos
El auge de la producción petrolera en Vaca Muerta, la principal formación de petróleo y gas shale en Argentina, ha generado un aumento significativo en la cantidad de residuos peligrosos derivados de la perforación y fractura hidráulica. Entre 2022 y 2023, estos residuos crecieron un 35,2%, alcanzando 1.022.290 metros cúbicos el año pasado, según datos oficiales de la Secretaría de Ambiente de Neuquén. Este incremento supera la capacidad de tratamiento actual, poniendo en riesgo el equilibrio ambiental de la región.