Uno de los proyectos más prometedores en este escenario es Taca Taca, ubicado en la localidad salteña de Tolar Grande. Con una inversión proyectada de 3.583 millones de dólares y en fase de factibilidad, este yacimiento figura entre los principales emprendimientos que podrían motorizar el crecimiento del sector cuprífero en el país.
Desde el cierre de Bajo de la Alumbrera en 2018, Argentina no ha vuelto a producir cobre. Sin embargo, el país alberga cerca de 90 millones de toneladas de recursos cupríferos, ubicándose en el top 10 mundial según estimaciones de la consultora internacional S&P. Esta riqueza mineral aún sin explotar podría significar una transformación económica para varias provincias del noroeste.
El informe de Nación destaca que la demanda mundial de cobre aumentará un 44% para 2050, impulsada por tecnologías como los vehículos eléctricos, las energías renovables y las redes de almacenamiento. En contraste, la oferta mundial se encuentra en retroceso, debido al estancamiento de grandes productores como Chile y Perú, y la dependencia creciente del mercado chino.
En este contexto, Taca Taca se posiciona como una pieza fundamental del nuevo mapa cuprífero argentino. Junto a otros proyectos avanzados como Josemaría y El Pachón (en San Juan) y Mara (en Catamarca), se estima que requerirá mejoras clave en infraestructura, particularmente en materia de energía, rutas y provisión de agua.
La falta de infraestructura es uno de los principales desafíos. Taca Taca, al igual que otros yacimientos, necesita soluciones concretas para garantizar el suministro eléctrico. La planificación energética será determinante para que estos proyectos avancen hacia su etapa productiva.
Otro aspecto clave es el marco regulatorio. El informe menciona que el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) representa un paso en la dirección correcta, aunque persisten obstáculos burocráticos que podrían retrasar la inversión. En 2024, la exploración cuprífera en Argentina recibió apenas 427 millones de dólares, muy por debajo de los 680 millones que invirtió Chile.
Si los proyectos en carpeta logran desarrollarse, se espera que las exportaciones de cobre comiencen a crecer a partir de 2029, con un pico proyectado para 2033. En ese año, el cobre representaría el 33% de las exportaciones mineras del país, ubicándose solo por detrás del litio, que ocuparía el 46%.
El volumen potencial de exportaciones cupríferas —estimado en 11.742 millones de dólares anuales— equivaldría al 85% de las exportaciones de carne que el país registró en 2023, lo que demuestra su impacto económico estratégico.
Además del ingreso de divisas, la minería de cobre podría generar hasta 5.000 empleos directos por proyecto, con fuertes efectos multiplicadores en las economías regionales, especialmente en servicios, transporte, hotelería y gastronomía.
El caso de Taca Taca es emblemático: su concreción implicaría un cambio estructural para la provincia de Salta, tanto en materia económica como social. Su desarrollo exitoso dependerá de la articulación entre el Estado nacional, los gobiernos provinciales y las empresas inversoras.
La oportunidad está servida. Con una planificación adecuada, incentivos claros y mejoras en infraestructura, proyectos como Taca Taca podrían marcar el inicio de una nueva era para la minería argentina y convertir al cobre en uno de los motores del desarrollo nacional.
Taca Taca, el proyecto clave para el despegue del cobre argentino
Argentina se encuentra frente a una oportunidad histórica para posicionarse como uno de los grandes exportadores mundiales de cobre, un mineral estratégico en la transición energética y el desarrollo tecnológico global. Así lo refleja el informe Panorama global de los mercados de cobre, elaborado por la Dirección Nacional de Promoción y Economía Minera, que prevé exportaciones por más de 11.700 millones de dólares anuales hacia 2033.
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