Según datos del Censo 2022, el GLP es utilizado por más del 46% de la población argentina, unas 20 millones de personas que dependen de las garrafas para cocinar y calefaccionarse. En provincias como Corrientes, Chaco, Misiones, Formosa y La Rioja, este porcentaje asciende al 80%, lo que demuestra su rol esencial en la vida cotidiana.
Pese a esta elevada demanda interna, la Argentina produce anualmente unas 2,7 millones de toneladas de GLP, lo que más que duplica el consumo local. Este excedente proviene principalmente de la separación de líquidos del gas natural y de la refinación de petróleo, actividades que se han intensificado con el auge de la producción no convencional en Vaca Muerta.
El GLP es altamente valorado en América Latina por ser limpio, portátil y versátil, características que lo convierten en una alternativa ideal en regiones con altos niveles de pobreza energética. Se estima que alrededor de 90 millones de personas en la región aún carecen de acceso a energía moderna, y el GLP puede ser parte de la solución.
La reciente desregulación del mercado, dispuesta por el gobierno nacional a través de la Ley de Bases, eliminó la fijación de precios máximos para la garrafa. Sin embargo, los precios no se dispararon, en parte porque el GLP se comercializa en un entorno competitivo con casi 30 fraccionadores y cientos de distribuidores en todo el país.
Según la Cámara de Empresas Argentinas de Gas Licuado (CEGLA), desde enero de 2024 los aumentos de precio del GLP fueron "muy por debajo de la inflación". El valor de una garrafa de diez kilos pasó de casi $ 7.000 a entre $ 10.500 y $ 13.000, según la región, mientras la inflación acumulada en ese período fue sustancialmente mayor.
La demanda interna del GLP se mantiene estable, lo que crea una oportunidad para ampliar su perfil exportador. Actualmente, se destinan al exterior aproximadamente 1,5 millones de toneladas al año, pero con el crecimiento productivo de Vaca Muerta, esa cifra podría duplicarse en un lapso de dos a tres años.
El gas natural extraído de Vaca Muerta contiene líquidos —principalmente butano y propano— en una proporción superior a la de los yacimientos convencionales. Estos componentes son clave para la producción de GLP y representan entre un 20% y un 30% del total de lo obtenido.
Esto permitirá una mayor disponibilidad de GLP para exportar, con Chile y Brasil como principales mercados receptores. Ambos países tienen una alta demanda del combustible y ya forman parte de la red de comercialización argentina.
Además del impulso exportador, la industria busca diversificar sus aplicaciones en el mercado local. Entre las estrategias figura el desarrollo del gas a granel para industrias y comercios situados en regiones no conectadas a redes de gas natural.
Otra apuesta es la promoción del GLP vehicular, una alternativa que ofrece mayor autonomía que el GNC, menores costos de conversión y un precio final hasta un 30% más bajo que los combustibles líquidos. Aunque autorizado en todo el país, su presencia aún es escasa en estaciones de servicio.
Finalmente, se proyecta un crecimiento del GLP en usos náuticos y estacionarios, como la generación eléctrica y el riego, donde los usuarios podrían beneficiarse de menores costos operativos. Con abundancia de recursos y un escenario regulatorio favorable, Argentina podría convertirse en un actor clave en el mercado global del GLP.
Argentina se prepara para duplicar sus exportaciones de GLP gracias al impulso de Vaca Muerta
Argentina se encuentra en un punto de inflexión en el desarrollo del gas licuado de petróleo (GLP), un combustible clave que no solo abastece a millones de hogares, sino que también podría transformarse en un motor exportador de peso. La desregulación del mercado y el crecimiento de Vaca Muerta abren la puerta a duplicar la capacidad de exportación de este recurso estratégico.
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