El avance del sector minero se da en un escenario global que exige una acelerada transición energética. En este contexto, Argentina se convierte en un proveedor estratégico de minerales críticos. A la riqueza geológica se suman marcos legales favorables, como el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), y una política fiscal que busca atraer capitales internacionales para el desarrollo minero.
Durante 2024, las exportaciones mineras argentinas alcanzaron los US$ 4.600 millones, lo que representó un incremento del 15% respecto al año anterior. Estos resultados consolidaron a la minería como uno de los principales sectores económicos del país, no solo por el ingreso de divisas, sino también por su impacto positivo en el empleo y en las economías regionales.
En provincias como Catamarca, San Juan y Salta, la minería representa más del 80% de sus exportaciones. Además, se ha producido una mejora notable en el vínculo entre esta industria y las comunidades locales, impulsada por una mayor generación de empleo y un crecimiento económico que beneficia a toda la cadena de valor regional.
Uno de los fenómenos más significativos es el aumento sostenido del empleo en minería en los últimos ocho años. En 2024, el empleo en el sector creció 1,6%, alcanzando los 39.000 puestos formales. Pero lo más destacado fue el salto en la participación femenina, que tuvo un incremento del 10,6% en comparación al año anterior.
Actualmente, las mujeres representan el 12,7% del total de empleos formales en minería, un dato que marca un cambio de paradigma en una industria históricamente dominada por hombres. Esta evolución es impulsada por organizaciones como Women in Mining (WIM) Argentina, que promueven activamente la inclusión de mujeres y su desarrollo profesional en el sector.
Desde WIM Argentina destacan que una industria más diversa no solo es más justa, sino también más eficiente y sostenible. Según esta organización, la participación femenina mejora el vínculo con las comunidades locales y aporta nuevas perspectivas que enriquecen los procesos productivos y de gestión en minería.
Este proceso de transformación se da en paralelo con la expansión de nuevos proyectos. Actualmente hay más de 65 iniciativas mineras en distintas etapas de desarrollo, con una inversión estimada superior a los US$ 33.000 millones. Las proyecciones apuntan a que, para 2032, el sector podría generar alrededor de 200.000 empleos directos e indirectos.
La inclusión de mujeres en minería, lejos de ser una tendencia aislada, es vista por los actores del sector como una necesidad estratégica. En un contexto global donde la sostenibilidad y la equidad son requisitos para acceder a los principales mercados, la diversidad de género aparece como un valor agregado para la industria argentina.
Desde las empresas mineras hasta las asociaciones civiles, el trabajo conjunto se orienta a mejorar las condiciones laborales y generar entornos inclusivos. Capacitación, acceso a puestos de liderazgo y políticas de igualdad son algunas de las claves para consolidar estos avances.
Aunque la actividad minera aún enfrenta críticas y desafíos, la participación creciente de mujeres en todos los niveles se presenta como una señal de cambio. Su incorporación no solo modifica la composición de la fuerza laboral, sino que redefine la forma en que se construye la minería del futuro.
La combinación de recursos naturales, políticas públicas, inversión privada y compromiso social perfila a la minería argentina como un sector con alto potencial. Y entre los motores de este desarrollo, el impulso femenino se consolida como una de las fuerzas más transformadoras.
Con estos avances, Argentina no solo exporta minerales, sino también un modelo de minería cada vez más alineado con los principios de inclusión, sostenibilidad y desarrollo compartido. El desafío ahora es sostener esta dinámica y proyectarla hacia una industria minera más equitativa y competitiva en el largo plazo.
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